Una canción. Una melodía. Una nota que tiembla.
Rasgar la tercera cuerda de la guitarra, y dejar que el sonido ascienda hasta perderse.
Apretar una tecla del piano, y mantenerla hasta que el sonido muere.
Mantener un bajo en el acordeón, hasta que no puedes abrir más el fuelle.
Soplar un Sib en la flauta travesera, hasta donde tus pulmones pueden.
Dar una nota en la armónica, sin saber cómo continuar.
Una corriente en el interior de la ocarina, sin ningún dedo levantar.
Mover el arco en el violín, hasta que ya no queda más.
Cualquier nota en la flauta, y cerrar los ojos para escuchar.
Con la batería marcar un ritmo, acelerar.
Los anteriores sonidos se empiezan a juntar
Y jueguetean entre ellos, para música formar.
Cerrar los ojos.
Cualquier instrumento,
Da igual si es de percusión de cuerda o de viento,
Está ahí en la canción,
Forte o Piano, esa no es la cuestión.
Guía un fragmento,
A cada parte da un sentido y un sentimiento.
Búscalos en la melodía,
Con cada ritmo los encuentras en tu día a día.
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