Un día me desperté con la mi particular ilusión por el comienzo de las clases. Cuando lo vi, por primera vez, me llamó la atención. Nunca antes me había fijado en un chico, pero fue verlo y querer hablar con él y saber su nombre.
    Con el paso de los días, me pedía ayuda, y hablábamos. Pensaba "Puede ser un gran amigo" y es que en aquel entonces, sólo sentía amistad.
    Pero cuando empezaron los rumores de que nos gustábamos, dejó de hablarme tanto, y empezó a reuír mi presencia. Yo no lo entendía, ¿Cómo unos rumores sin fundamento, pueden romper una amistad floreciente?
    Empecé a buscar su mirada en clases, ver en sus ojos una explicación, y me llevé una sorpresa. Cada vez que levantaba la vista, los ojos se me iban a él, y resultaba, que él estaba mirando atrás. Me estaba mirando. Se daba la vuelta en cuanto me veía mirarlo.
    Así fue durante dos meses, y yo, que nunca me habí enamorado, tenía miedo a reconocer mis sentimientos, por ser algo desconocido. Pero a mí misma me hacía sufrir al negarlos.

  Finalmente lo reconocí. Me gustabas, estaba enamorada de ti. Pero, ¿y si tú no sentías lo mismo? ¿Y si esas miradas de refilón eran malinterpretaciones mías? Nunca sabré qué significaban.

    Le conté a mis mejores amigas que me gustaba ellas me animaron a decirle algo. Yo, de tonta, no me atreví.
    Pasaron los meses y cuando vi que se acercaba el fin del curso, me armé de valor. No le dije nada a nadie, pero me decidí a pedirle salir. Estaba lista, se lo preguntaría, aunque en el fondo tenía miedo.
    ¿Miedo a que me dijese que no? No, tenía miedo a que se quedase callado y no contestara. Tenía miedo a la duda. Si me decía no, me quedaría con lo que ya tenía y no perdería nada. Pero no estaba preparada, de ningún modo, a lo que pasó.
    Me armé de valor, y justo en el momento que se lo iba a pedir, al salir de clases, en ésa maldita última hora, dice que le gusta otra. La chica que peor me cae de la clase. En cuanto lo dice, me quedo callada. Por fuera, estoy sonriendo. Por dentro, me derrumbo. Llego a casa, finjiendo ante mi padre y mi hermana que ha sido un buen día. Cuando mi hermana se va a jugar y mi padre a dormir, me encierro en mi cuerto y empiezo a llorar en silencio.
    Me lamento de que el destino haya sido tan cruel. Me lamento de no ser como otras, que no tienen miedo a decir lo que sienten, me lamento de haber tenido esperanzas, me lamento y me lamento.
    Me paso dos horas llorando sin parar, escribiendo en mi diario mi primera y lamentable experiencia amorosa. Entra mi padre en mi cuarto, sentada de espaldas a él, hago que leo un libro mientras él me dice algo que en ése momento está fuera de mi mundo. Le respondo, con lágrimas en la cara que él no puede ver, con una voz normal. Cuando se va, lucho por no llorar, me digo a mí misma que no vale la pena llorar por alguien que nunca has tenido. Y después, por la noche, me rindo de nuevo.
    Pasan los días y lo veo a él con ella. Me arde todo cada vez que los veo juntos, sobretodo al notar que ella se aprovecha de él y lo insulta.
    Rompen y no puedo evitar alegrarme un poco, aunque sé que él está triste. Pero todo vuelve a ser como al principio, durante un tiempo vuelve a hablarme. Volvemos a ser un poco... ¿amigos? No lo sé.
    Vuelvo a reunir el valor para pedirle salir, pero esta vez el miedo me paraliza, y me hecho atrás. Por última vez. Ese mismo día, con mis amigas, intento olvidarme de todo, pero sin querer me lo recuerdan en el momento que las acompaño a casa, y me echo a llorar, sin poder evitarlo, avergonzándome de que me vean así, pues me muestro débil.
    Llegan las vacaciones y dejo de verte. A finales de verano, no te he olvidado. Te veo un día por la calle, y sonrío. Al menos, quizás, el año siguiente, este año, podamos ser amigos. Me dicen, al día siguiente, que te has mudado. No me lo creo. Me habían dicho que ya no lo ibas a hacer. Investigo y cuando mis amigas me lo dicen, por el MSN, me desconecto y me pongo a llorar.
    No entiendo por qué es todo tan difícil. ¿Cómo puedo seguir queriendo a una persona que me ha hecho llorar tantas veces?
    Empieza el curso y notas que consigues recordarlo sin tristeza, sólo con un poco de pena.
    Pero lo peor es cómo te sientes cuando una amiga te cuenta que tiene novio o que a roto con él... Te sientes contenta por ella cuando es una buena noticia y triste cuando es mala. Pero una pequeña parte de ti, una parte maliciosa, que sabes que no está bien retener pero no puedes hechar, no deja de pensar.
    "Por lo menos, tú has podido saber qué se siente estando con él. No como yo, que nunca sabré qué es"

    Sé que algún día, antes o después, me volveré a enamorar. Sin embargo, ya amaré con un corazón que tiene un remiendo. Nunca sabré qué es ser amada por la primera persona que amaste.
    Nunca sabré cómo es un primer amor correspondido.